lunes, 25 de noviembre de 2013

Él no tiene idea del amor que siento.






Entonces salimos de allí sin saber lo que pasaría. La noche estaba destinada para cambiar el rumbo de mi corazón. Caminamos por las calles oscuras, ya casi era de madrugada y aún el sol no salía. Murmuré que sentía frío y él, tan divinamente, me ofreció su abrigo. Me detuve un instante para ponérmelo, tenía su aroma y era sumamente inevitable no respirarlo.

Seguimos caminando hasta llegar a su casa. Fue todo como siempre, normal, como los mejores amigos que somos. Él, muy inútilmente, ya vencido por el sueño, intentó abrir la puerta. Cuando lo logró me miró y sonrió, solté una mueca y pasé. No podía ocultar mucho mis sentimientos, aunque él hasta ahora no se dio cuenta, es un tonto…

Fui hasta la cocina para prepararme un café mientras Ian iba modo zombie caminando hacia la habitación, supuse que iría a acomodar un poco. Mucho no me importó, mi plan era quedarme en el ordenador hasta que se haga de día pero cuando ya no oí ruidos en la habitación me propuse ir a ver.

Cuando entré lo encontré ahí, dormido y desabrigado. Sonreí y de inmediato lo arropé, sólo se movió un poco. Apagué la luz y me acosté a su lado. Se sentía bien tenerlo cerca, mi mejor amigo… Decidí quedarme con él ya que no podía dormirme, al fin y al cabo no creo que se despierte y me vea pero si lo hiciera sé que no me diría nada ni se molestaría, no era la primera vez.

Por un momento mi imaginación comenzó a volar e imaginaba cosas que no pasarían. Pensaba qué sucedería si lo abrazaba pero al instante me respondía a mi misma “tonta, está dormido”. Entonces fue cuando decidí sólo acariciarlo suavemente pero no resistí mucho tiempo y lo abracé.

De golpe él se da media vuelta, mirándome. Con su mano tomó mi espalda y suave la acarició, pero seguía dormido. Su rostro quedó en frente del mío y aunque estaba en medio de la oscuridad yo sentía su mirada, su respiración. Estaba tan cerca de mí que respirábamos el mismo aire. Mis mejillas se enrojecían y mi corazón latía como nunca antes.

Nada me importó, Ian me había abrazado y era algo divino. Sentí la necesidad de acariciarle la espalda, suave para que no despertara. Sentía como el corazón de él también latía con más fuerza. Es que tenerlo ahí, respirando el aire que yo respiro, me inspiró a querer besarle…

Pero cuando ya me sentía decidida, él se dio media vuelta y su espalda quedó de mi lado. Me sentí algo triste, fue una felicidad de un momento lo que pasó. Aunque en realidad no pasó nada. Sólo me abrazó pero eso para mí era mucho, como una gota de lluvia en plena sequía. Al instante que su brazo soltó mi espalda, mi calor ya no era el mismo. Me sentía fría y vacía. Era como si sus brazos le dieran vida a este cuerpo. Mas yo nunca dejé de abrazarlo ni de darle suaves caricias a sus manos.

Ian comenzó a moverse un poco, parecía como si estuviese molesto de cómo estaba. Otra vez se dio la vuelta y tomó mi cintura. Dios, me sonrojé al instante pero sólo la tomó por un instante. No podía creer lo que había hecho, más allá de que estuviese dormido. Tomó mi cintura un instante y lentamente deslizó su mano hacia mi espalda, y me acercó a él, a sus labios. Nuevamente estábamos tan cerca el uno del otro. No lo creía posible. En mi mente sólo habitaba un “bésame, por ti dejo todo”. Mi alma abandonó mi cuerpo cuando nuevamente me dio su espalda. Iba a enloquecer. ¿Estaba despierto? No lo sé…

Ya era de mañana y el despertador sonó, él sólo lo apagó para dormir un poco más. Tomé su mano pero a los pocos minutos volvió a sonar y nos tuvimos que levantar. Preparé el desayuno, ninguno hablaba. Lo noté distinto, quizás seguía un poco dormido. Agarré mis cosas, lo saludé y me fui. Esperaba que me dijera algo, aunque sea malo pero no tocó el tema en ningún momento.Él no tiene idea del amor que siento, o quizás sí pero no quiere hablar de eso. Está enamorado de otra chica que lo hace sufrir pero igual sigue ahí, incondicionalmente… como yo con él. Luego de eso ya mis noches no son iguales. Siento que sin sus brazos no podré dormir y cada vez que voy a acostarme ese recuerdo viene a mi mente y deseo tanto estar con él. Como una tonta seguiré aquí esperando ese beso que no fue, esperando que despierte y me diga lo que quiero oír… te amo…

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